Este es un cuento corto que participó en el mismo concurso que yo de poesía y cuento y ganó y como me encantó su obra decidí compartirla con vosotros.
Érase una vez, en un país muy, muy lejano, existía una ciudad blanca.
Una ciudad desprovista de amor, de alegría, de amistad...una ciudad libre de sentimientos.La gente la llamaba "la ciudad dormida".
Allí todo era blanco; sin pizca de color alguno, sin vida, fríamente perfecto.
Sus habitante eran como máquinas;para ellos no existía ni el amor ni el cariño; la amistad era un mito y la indiferencia, su pan de cada día.
En la ciudad dormida, el orden predominaba ante todo y... el silencio. Nunca se oía la risa de un bebé, ni el llanto de un niño. Incluso la propia naturaleza parecía haber caído en un letargo del que le era imposible despertar.
Pero en medio de aquella frialdad, una chispa de luz se encendió. Era un niño que podría haber pasado desapercibido a los ojos de los demás, pero él era distinto. Detrás de su pelo color zanahoria y su cara repleta de pequitas , se ocultaba un espíritu soñador, un alma libre; y la ciudad era para él como una prisión de acero.
Con el tiempo el niño creció y, con él,sus sueños, sus ganas de cambiar las cosas, su ansia de darle color a la vida.
Y, como una flor en primavera, sus ideas crecieron y tomaron forma, dejando de ser simples sueños a ser elaborados planes.
Así un día, cuando el sol salió en la ciudad dormida, sus habitantes se encontraron con una gran sorpresa. Allí, en medio de la ciudad, rodeado de fríos e imponentes edificios blancos, se alzaba una pequeña casa, una casa pintada de todos los colores, con un tejado de color rojo, unas ventanas moradas y un enorme sol decorando su pared. Una casa rebosante de vida, como su pintor.
Al principio, la gente no sabía cómo reaccionar; nunca habían visto nada igual; aquello era nuevo y sorprendente para ellos.
Mas, según pasaron los días, más y más casas pintadas fueron apareciendo en la ciudad y, poco a poco, sus habitantes también cambiaron con ella.
Y, con los años, la ciudad dormida pasó a llamarse la ciudad viva. Por que mientras una sola persona siga teniendo ganas de vivir, siga soñando, viviendo la vida de forma espontánea y colorida, mientras haya un alma libre, un corazón aventurero...habrá esperanza. Por que ser diferente no es malo:es más, lo horrible, es ser exactamente igual a todos los demas.
Marina Sánchez García
La verdad es que es un cuento precioso y me ha recordado a una frase histórica que dice así:
Así que eso es todo, pero seguid enviándome maravillosos relatos para que los cuelgue en mi página.
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