martes, 22 de diciembre de 2015

Puertas

Hace tiempo aprendí una cosa importante, algo que estoy segura que todos alguna vez en la vida aprendemos. Comprendí que en ningún viaje se trata del destino, sino del camino que recorres. A partir de ese momento, muchas cosas cobraron sentido. Literalmente la vida cobró sentido. Porque sino, ¿para qué nos esforzamos si al final todos moriremos? Esa es la razón de lo que escribo hoy. Bueno, esa no, pero está relacionado.

Han ocurrido cosas. Cosas bellas, cosas normales, cosas indiferentes y cosas terribles. Diariamente en el mundo ocurren cosas. Creo que por una parte eso me da miedo, porque casi no nos damos cuenta de que ocurren. Pero están ahí. Por otra parte, estoy emocionada. Si tantas cosas ocurren, alguna buena me tiene que tocar a mi por estadística. Llevo un mal año. De hecho ha sido un año de mierda. Estoy cubierta de ella por todas partes, en remojo. Y limpiar todo eso no ha sido fácil. Creo que hoy por fin he logrado deshacerme de ese último fragmento de suciedad que no me dejaba avanzar por completo. Tal vez sea una estupidez, pero yo lo he logrado, y con eso me conformo.

A veces mi imagino la vida como si fuera un enorme pasillo. Un pasillo con interminables puertas y pasadizos secretos. En esas puertas hay diferentes cosas. Algunas puertas esconden secretos; otras llaves para abrir nuevas puertas y otras comunican con nuevos pasillos. Mi pasillo es largo. Tanto que no puedo ver el final. Si miro a mi espalda puedo darme cuenta de que hay cientos de miles de puertas abiertas. Soy tan curiosa que abro casi todas. Y si miro hacia delante, la bruma del futuro incierto me deja vislumbrar apenas diez puertas. Pero tengo ganas de abrirlas todas. Hoy he cerrado una puerta; una puerta que comunicaba con una habitación eterna. Llena de obstáculos y de dificultades que sortear. Siento como si hubiera pasado una vida atravesándola. Todo el tiempo pensando que llegaran tiempos mejores, el final de la habitación. Y cuando al fin alcancé la llave que me permitiría salir no lo dudé. La tomé. Ha sido difícil, puesto que esa llave implicaba renunciar a algo de mi. Pero creo que eso ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en toda mi vida.

No sé por que estoy escribiendo esto. Ni estoy segura de si le va a importar a alguien esto. O si alguien lo va a leer y comprender. Pero no me importa. Creo que cosas tan insignificantes como esa se pueden quedar en mi trastero emocional e irse al garete. Y tengo que aprender a vivir con miles de situaciones en las que tendré que renunciar a una pequeñísima parte de mi. Y ahora que lo he comprendido y aceptado, sé que estoy preparada para abrir el resto de puertas de mi pasillo.

1 comentario:

  1. ¡Hola!
    No sé por lo que has estado pasando, pero me alegro de que ya lo hayas superado.
    Yo también pase por un par de años de mierda en los que estaba muy perdida y emocionalmente era un desastre, así que supongo que puedo entenderte.
    Lo dicho, a mirar para delante que es lo que toca ahora que has estás mejor :)
    Un beso guapa

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